Géiseres del Tatio. ¡Y todo por 40 MW!

Por Flavia Liberona, directora ejecutiva de Fundación Terram

La presión de la gran minería y su ingente necesidad de energía pudieron más que cualquier consideración ambiental o social. Por ahora, los trabajos exploratorios están suspendidos, pero ENG ha intentado por todos los medios restar importancia a este grave accidente, por lo que resulta indispensable insistir en paralizar de forma definitiva los trabajos.

Menos de un año demoró la Empresa Nacional de Geotermia en causar un desastre de proporciones en los géiseres del Tatio. Antes de iniciar los trabajos a fines de 2008, ENG aseguró que la exploración del potencial geotérmico en una zona cercana -que requería la construcción de cuatro pozos de más de 2 kilómetros de profundidad- no implicaría alterar la zona, considerada por expertos entre los tres campos de géiseres más importantes de la Tierra.

Hoy, una columna de vapor de 60 metros de alto y dos de ancho no sólo desmiente de forma brutal a la empresa, sino que amenaza con destruir de modo irreparable el lugar, generando un grave daño ambiental. Para los impulsores de la iniciativa -tanto ENG, consorcio formado por la estatal ENAP y la italiana ENEL, como la autoridad ambiental-, poco importaron la fragilidad del ecosistema, la presencia de especies protegidas por ley, como la llareta, ni su vocación turística. Lo que estaba en juego era la posibilidad de extraer algo de energía de la naturaleza... aunque sólo fueran 40 MW, es decir, apenas 1% del SING.

Por esos 40 MW, la CNE avaló el proyecto; la autoridad ambiental cedió a las presiones de la empresa y estuvo dispuesta a arriesgar no sólo el equilibrio ecosistémico, sino el estilo de vida de la comunidad -incluyendo pueblos originarios- y los usos ancestrales de esos territorios. En esta apuesta perdieron las comunidades locales, los chilenos y la humanidad. Con horror vemos cómo ha decaído la actividad de los pozos adyacentes al forado y observamos con temor los efectos que generará en los cursos de agua, como los ríos Loa y San Pedro, cuyas cuencas hidrográficas nacen en el Tatio, así como en la flora y fauna locales.

Los actores involucrados -comunidades atacameñas, operadores turísticos, científicos y organizaciones ciudadanas- advirtieron a la autoridad que la exploración geotérmica es incompatible con la conservación de los géiseres. Lamentablemente, este tipo de situaciones se han convertido en una costumbre para el gobierno, que cada año autoriza nuevos proyectos productivos, en especial energéticos, sobre ecosistemas frágiles y áreas silvestres protegidas, incluidos parques nacionales, protegidos por leyes nacionales y tratados internacionales. El argumento es el mismo: el proyecto no afectará los ecosistemas naturales; una y otra vez, los hechos demuestran lo contrario, por desgracia cuando ya es demasiado tarde para revertir los daños.

En el caso del Tatio, la presión de la gran minería y su ingente necesidad de energía pudieron más que cualquier consideración ambiental o social. Por ahora, los trabajos exploratorios están suspendidos, pero ENG ha intentado por todos los medios restar importancia a este grave accidente, por lo que resulta indispensable insistir en paralizar de forma definitiva los trabajos.

Más allá de la tragedia del Tatio, cabe preguntarse cuál es la advertencia que necesita la autoridad ambiental para asumir su rol y tomar conciencia de la urgencia de empezar a cumplir con una tarea que debiera ser prioritaria: la de resguardar el patrimonio natural de Chile y proteger y garantizar la conservación de todos los ecosistemas críticos a nivel nacional.

Fuente: www.lanacion.cl
Publicado: jueves 1 de octubre de 2009

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